¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús Nazareno?
En este cuarto domingo del tiempo ordinario, el Evangelio nos presenta a Jesús en medio de la gente, enseñándoles de una manera diferente a la que estaban acostumbrados.
Jesús aparece como sanador, liberador, el que devuelve al ser humano la verdad sobre sí mismo y su identidad profunda. Al acercarse al endemoniado, le transforma y este sale, tras su encuentro con Jesús, como una persona nueva.
Esto es lo mismo que el Señor viene a hacer en nosotros en cada encuentro. Cuando realmente permitimos que se acerque a nuestra debilidad, a nuestro yo más íntimo, a nuestro corazón, es cuando su Espíritu puede actuar y transformarnos.
¿Cómo nos dejamos tocar y transformar por Dios?
¿Cuál es la parte de cada uno de nosotros que necesitamos que el Señor toque, transforme, sane, libere?
Tras el encuentro con Jesús nadie puede quedarse indiferente y el cambio interior ha de notarse o poder percibirse como don y regalo hacia los demás. El Señor nos pide que seamos testimonio para quienes todavía no han podido gozar del encuentro sanador con Cristo. Ser testigos del Evangelio, viviendo con alegría y esperanza, es la mejor manifestación de que Jesús ha pasado y pasa por nuestras vidas y nos va transformando en cada encuentro.
¿Somos capaces de vivir y transmitir la alegría y la esperanzaI del encuentro personal con Jesucristo?
Que la invitación de hoy sea a dejarnos tocar y transformar por Él, que podamos sentirle cerca, sentir como nos llena con su Amor, sentir como nos sostiene, como nos perdona, nos abraza y nos da su paz. Y que ese Amor recibido nos impulse a hacer de nuestra vida un testimonio de esperanza para los demás.
Hna. Verónica Estévez Rizo CSJ