DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO XIV
Evangelio de San Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: Te doy gracias, Padre. El Evangelio nos invita a ser personas agradecidas al estilo de Jesús, y los acontecimientos nos sobran para hacerlo. Se nos pasan los días, las semanas, los meses y los años, y muchas veces sin darnos cuenta también vamos perdiendo la capacidad de asombro ante las pequeñas cosas que nos brinda la vida: una sonrisa, un precioso amanecer, una puesta de sol y la naturaleza engalanada con su color y su frescura.
Seamos conscientes del torrente de gracia divina, de la presencia de Dios en nosotros, de la vida que nos alimenta, y es que todos sabemos que la vida es un regalo de nuestro Padre que hay que agradecer, disfrutar y compartir intensamente cada día con quienes tenemos a nuestro lado.
Estamos de verano, es una gran ocasión de descanso, tiempo de retirarnos a algún lugar tranquilo en el que podamos vivir con intensidad un día de retiro o tal vez unos ejercicios espirituales, donde podamos recuperar serenidad y mantener una relación más profunda con el Maestro, que nos ofrece algo diferente: su Palabra y su vida, Él solamente quiere darnos su amor.
Aprovechemos estos días para orar en profundidad, contemplar e ir a Jesús, quien nos invita diciéndonos. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. A veces nos encontramos así, bien sea por el desgaste de energía que nos suponen las contrariedades y dificultades, derivadas de la convivencia, y otras veces por el trabajo intenso, correr de aquí para allá y de allá para acá y sin querer vamos cayendo en el activismo.
No perdamos el tiempo en ir a su lado, que Él nos enseñará a vivir desde la grandeza y el perdón de Dios, a ser capaces de relativizar y unificarlo todo desde el amor, solamente en Él encontraremos restauración física y espiritual. Es Jesús el descanso interior que tanto necesitamos. Tú eres nuestro único y auténtico descanso.
Ayúdanos Jesús a empaparnos de tu amor, ternura y alegría. Que no dejemos pasar el tiempo inútilmente en cosas pasajeras y vanas, enséñanos a vivir en: sencillez, sobriedad, mansedumbre y humildad. Maestro, danos tu fortaleza y tu luz para seguirte a donde quiera que vayas. Hna. Maricela Pérez García